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sábado, 25 de julio de 2015

Las grandes "cocodrilos" (y III): El embrujo de las 7500 (RENFE 7501-7512)


Entrada publicada originalmente en julio de 2015 y revisada y ampliada en junio de 2017



Había que ver a mi máquina pasar a tambor batiente de sus 10 ejes por Robledo o Las Navas, o entrar en Ávila. Había que oír su bomba grande o su compresor, entrando por punta de andén en Príncipe Pío. Había que sentirla conduciéndola, oír el agradable ruido de sus contactores, ver su morro delantero moviéndose desacompasadamente con relación a la cabina, o el lomo de sus seis motores de tracción con movimientos distintos al pasillo donde te encontrabas.

Estas palabras que casi son una declaración de amor de un maquinista a su locomotora, pertenecen a un artículo que escribió Carlos Moviñas, maquinista de la 7503 y apareció hace muchos años en el suplemento de Vía Libre que llevaba por título Por toda la red. Era un largo comentario al famoso artículo de Manolo Maristany "Cocodrilos, pingüinos y bañeras " que se recoge en su libro Viajes y Reportajes. Lo cierto es que las "sietemilquinientas", que durante un tiempo fueron las locomotoras más potentes de RENFE, enamoraron a muchos de sus maquinistas y despertaron la afición al tren de cientos de madrileños cuando las veían pasar por el paso a nivel de San Antonio de la Florida, muy cerca de la estación de Príncipe Pío, en Madrid. A tal efecto, no me resisto a copiar a continuación este hermoso párrafo de Fernando Fernández Sanz, publicado también en Vía Libre

El paso a nivel de La Florida, junto a la estación de Príncipe Pío en Madrid. Un lugar mítico para muchos aficionados madrileños y "hogar" de las 7500 durante muchos años (Foto: Todocolección.net)

Durante generaciones el paso a nivel de San Antonio fue atalaya preferida por los chicos de Madrid para llenar las largas tardes del verano. "Vamos a ver pasar los trenes", proponían algunos y todos emprendían el largo paseo por los bulevares, Argüelles y Rosales para descender por el Parque del Oeste en busca de los trenes, cuyas presencia se anunciaba con los olores mezclados del humo de las locomotoras y el dulzón de la cercana fábrica de galletas de La Fortuna. Luego, en el paso a nivel, junto a la caseta del guardabarreras, protegida por la sombra que daban algunos grandes árboles, transcurrían las horas sin que nadie mostrara deseos de marcharse. Las chocolateras, como denominaban los chicos a las viejas locomotoras de larga chimenea, subían hacia el Puente de los Franceses con una larga hilera de vagones para cambiar de vía y regresaban para dejar unos cuantos en una parte de la estación. Y así una y otra vez se repetía la maniobra entre los pitidos de aviso de las máquinas, el peligroso trabajo de los enganchadores y los movimientos de brazos del capataz, mientras el paso a nivel permanecía con las barreras cerradas. A uno y otro lado esperaban coches, camionetas y algún carro tirado por mulas, todos armados de paciencia porque sabían que la espera era obligada. 

De vez en cuando, el guardabarreras abría el paso y durante unos minutos se producía una gran algarabía de los que al fin conseguían pasar. Pero había pocos peatones entre ellos porque casi todos los que cruzaban a pie, lo hacían en el intervalo que dejaba la maniobra entre subir y bajar vagones. Nadie parecía reparar en la recomendación impresa en unas grandes chapas de hierro que advertían que Renfe no se responsabilizaba de los accidentes que pudieran producirse con las barreras cerradas. 


El espectáculo culminaba cuando, sin movimiento de trenes, las barreras permanecían cerradas. Era señal de que en breves instantes iba a pasar algún tren de viajeros camino del Norte. El extraño silencio que se producía quedaba roto por el creciente fragor de un tren en marcha cada vez más rápida que se acercaba entre el traqueteo de ruedas, los escapes del vapor y el largo silbido de la gran locomotora que lo arrastraba y que parecía decir adiós a todos los que contemplaban su majestuoso paso. Sí; eran felices aquellas tardes de verano, tal vez porque nadie era consciente de estar almacenando irremediables nostalgias para el futuro.

Una 7500 en la zona del paso a nivel de La Florida, en Madrid. Tras ella, y también en la lejanía, unidades de la serie 300 o "pingüinos" (Foto: Juan B. Cabrera a través de Juanjo Olaizola)

Las 12 locomotoras de la serie 7500 fueron construidas entre 1944 (7501 y 7502)  y 1945 (7503 a 7512) por la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) a raíz de un pedido efectuado por la casi recién creada RENFE. El proyecto original provenía de la Compañía del Norte que, tras el éxito de las 7200 en sus líneas electrificadas del País Vasco, buscaba otra serie de locomotoras de características parecidas y también trabajando a 1500 V para la prevista electrificación de los servicios entre Madrid, Ávila y Segovia a través de la Sierra de Guadarrama y con fuertes pendientes. A esa demanda se adelantó en su momento la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN) con el prototipo que fue la  7301, de la que ya me ocupé en una entrada anterior. Sin embargo, su complejidad en la parte eléctrica y los problemas de conducción que presentaba, junto con el advenimiento de la Guerra Civil, hizo que no se siguiera con esa solución y se optara por otra que, en el fondo, no era sino la de contar con unas 7200 más "jóvenes" y algo más potentes.

Las 7500 tenían una potencia de unos 3500 CV, unos 700 más que las 7200 pero para un peso prácticamente similar y el esfuerzo de tracción de 14600 kg respecto a los 13000 de la primera. Si bien la parte mecánica y el montaje correspondieron a CAF, la eléctrica provenía de las empresas suizas Brown Boveri y Oerlikon y, al igual que las 7200, montaban una transmisión Buchli. Eran locomotoras elegantes, fiables y robustas si bien, según sus maquinistas, un poco incómodas sobre todo a velocidades bajas. Estuvieron asignadas al depósito de Príncipe Pío y realizando siempre los mismos servicios y sufriendo muy pocos cambios si bien recibieron una pequeña franja amarilla sobre su color verde predominante. 

La única salida conocida de su zona característica de operaciones fue la participación de una de ellas en los actos conmemorativos de la electrificación de la línea de Mataró:


Una engalanada 7510 conduce el tren inaugural de la electrificación de la línea de Barcelona a Mataró en octubre de 1948 (foto: RENFE)

Los años 50 y primeros 60 fueron la época de esplendor de sus servicios:
La 7511 en la estación de Príncipe Pío de Madrid en cabeza de un tren hacia el norte. Era el año 1950 (foto: Juan B. Cabrera/ a través del Museo Vasco del Ferrocarril)


En Ávila las 7500 tomaban y dejaban los trenes del norte, conducidos hasta y desde allí por las Confederación con las que atravesaban toda la meseta castellana. Lawrence Marshall fue testigo de este relevo en mayo de 1956 (aunque la locomotora en segundo plano no es una Confederación)
En noviembre de 1959 J.W. Swanberg visitó España y fotografió trenes y locomotoras en los alrededores de Madrid y este archivo quedó depositado en la universidad norteamericana de Connecticut. Recientemente descubierto para los aficionados españoles por César Mohedas, se ha convertido en un verdadero tesoro documental. No podían faltar en él las 7500. En esta imagen es la 7504 la que aparece en cabeza de un largo tren de viajeros, probablemente acercándose a Madrid (foto: J.W. Swanberg/cortesía de J. A. Méndez Marcos)
Con Madrid al fondo, la 7511 abandona Príncipe Pío con un largo tren de mercancías. Noviembre de 1959  (foto: J.W. Swanberg/cortesía de J. A. Méndez Marcos)
En este caso es la 7509 la que conduce otro mercancías en esta foto tomada en el mismo lugar y fecha que la anterior (foto: J.W. Swanberg/cortesía de J. A. Méndez Marcos)


Una 7500 a la cabeza de un tren en la estación de Príncipe Pío en junio de 1964. Prácticamente iguales en apariencia externa a las 7200, una de las diferencias era llevar tres luces de situación en lugar de dos (Foto: Jaume Morell)

Los cambios empezaron en 1967. En ese año llegaron a Príncipe Pío las dos primeras japonesas bitensión de la serie 279 y dos años después aparecieron las primeras 289. Ello dio lugar a un progresivo desplazamiento de las 7500 hacia el depósito de Miranda de Ebro donde simultanearon servicios con las 7200. 

La japonesa 7902 entre una 7400 y una 7500. El relevo ya estaba ahí. Príncipe Pío, 1967 (Foto: Jordi Ibañez)
Graham Stacey tuvo oportunidad de fotografiar a las 7500 en su nuevo y último feudo norteño. Aquí aparece una de ellas en Alsaasua en 1971.

Pero las japonesas bitensión las perseguían ya que su nueva tecnología y la posibilidad de hacer largos servicios sin cambio de locomotora las hacían ser las preferidas sobre todo para trenes de viajeros. De este modo, la llegada a Príncipe Pío de las primeras 269 a 3000 voltios en 1973, hizo que fueran ahora las 279 y 289 las que se reagruparon en las líneas del País Vasco. Esta circunstancia marcó ya el comienzo de la retirada definitiva de todas las locomotoras de 1500 voltios. Nuestras 7500 remolcaron todavía algunos ómnibus y mercancías, siendo dadas definitivamente de baja en 1976 con treinta años de buenos servicios.

Del desguace sólo se salvó la 7507. Poco después de su retirada fue enviada a la estación de Príncipe Pío en Madrid, su antiguo feudo, donde  se estaba acumulando material para el futuro Museo del Ferrocarril. Allí pude fotografiarla a finales de los 70 junto a la 7301 -ahora retirada de exposición- y a la 7206                                                                                            

La 7507 en P. Pío a la espera de su traslado al Museo del Ferrocarril. Finales de los 70 (Foto: Ángel Rivera)




la 7507 en el Museo del Ferrocarril de Delicias (foto: autor desconocido)

Ahora sigue siendo un placer y una emoción estar junto a ella y contemplarla aunque no podamos escuchar -ojalá fuera posible hacerlo de nuevo- el ruido a tambor batiente de sus diez ejes, ni verla pasar nunca más por el paso a nivel de La Florida. Pero el embrujo, su embrujo, permanece siempre en quienes las conocieron.


BIBLIOGRAFÍA

Alvarez, M. (2005): Norte 7200-7500. Locomotoras nº 18. MAF Editor. Barcelona, 2005

Olaizola, J. (2010): La tracción eléctrica ferroviaria en la España del franquismo (1936-1975). Revista de Historia Ferroviaria nº 13

Roca, J. (2016): La tracción  a 1500 voltios en RENFE. Ed. Maquetren



martes, 10 de septiembre de 2013

Las problemáticas 250 (RENFE 250-001/040)


Entrada revisada y ampliada en enero de 2015

Debo reconocer que, a diferencia de otros muchos aficionados, nunca mostré un gran entusiasmo por estas locomotoras alemanas. Su estética no me llamaba mucho la atención, las veía muy "pesadas" quizás por sus grandes faldones laterales que casi no dejaban ver los bogies y su ausencia de cualquier signo de "aerodinamismo". A ello se unía que no frecuentaban las zonas por las que yo me podía mover para obtener mis fotos. En cualquier caso, guardo algunos interesantes recuerdos de ellas.


La 250-001 en la fábrica Krauss-Maffei de Alemania (Foto Krauss-Maffei/CARRIL)

El origen de esta serie fue la necesidad sentida por RENFE a principios de la década de los 70 de disponer de locomotoras denominadas entonces "de gran potencia". Las japonesas series 269, 279 y 289 estaban dando un magnífico resultado pero se empezaban a quedar "cortas" para algunos servicios y las dobles tracciones no constituían las mejor solución.

Se diseñó un pliego de condiciones técnicas muy detallado de acuerdo con requerimientos muy específicos concretados en lo siguiente:
  • Locomotoras universales, aptas para remolcar trenes de viajeros y mercancías por todas las líneas  de RENFE electrificadas a 3000 V.
  • Potencia superior a 4500 kW para poder remolcar trenes pesados de viajeros a la velocidad máxima de 160 km/h
  • Seis ejes motores para poder remolcar pesados trenes de mercancías de más de 1000 toneladas en rampas de 20 milésimas.
Es decir, fuertes requerimientos en potencia y adherencia que podían resolverse, a elección de los constructores, por una configuración de dos bogies con tres ejes o tres bogies de dos ejes.

Por otra parte, el pliego incluía por primera vez la exigencia de unas condiciones mínimas garantizadas en fiabilidad, disponibilidad y costes de mantenimiento. Éstas fueron objeto de una fuerte oposición por parte de los potenciales constructores, algo que complicó y alargó mucho el proceso de adjudicación. Al final el contrato para la primera serie de estas locomotoras "de gran potencia" (la 250) fue adjudicado al consorcio formado por Krauss Maffei, Brown Boveri, MTM y CAF. Poco tiempo después se adjudicó sin ningún problema la serie 251 a la empresa japonesa Mitshubishi con una oferta basada en las bien experimentadas 269, 279 y 289.

Si bien el pliego no exigía la característica de bogies monomotores y birreductores -como tenían las japonesas-, el consorcio citado ofreció esta solución con bogies de tres ejes de una forma un tanto sorprendente dado que en Alemania, de donde provenía el diseño mecánico, no había experiencia en este tipo de soluciones. El resultado fue un diseño muy complejo, sobre todo a nivel de transmisiones, y que fue probablemente la causa básica de los continuos problemas con estas locomotoras. Es algo que parece que no se tuvo muy en cuenta en el proceso de adjudicación.

La serie 250 se compuso finalmente de 40 locomotoras, las cinco últimas dotadas de tecnología chopper (subserie 250-601 a 605), que se suministraron entre 1982 y 1987. Las cinco primeras fueron construidas en Alemania y las restantes en España.



Las 001 y 002 en Fuencarral recién llegadas de Alemania en septiembre de 1981 (Foto: Miquel Llevat/CARRIL)
Si bien parece que, en una primera intención, la idea era asignarlas al depósito de Oviedo para prestar servicio en Pajares, tras las pruebas efectuadas con esta serie y con las 251, fueron éstas últimas las elegidas, quizás por la mejor inscripción en curva, como consecuencia del excelente diseño del bogie central, y por estar dotadas todas ellas de equipo chopper. Lo cierto es que estuvieron asignadas siempre a los depósitos de Barcelona y de Valencia al que, finalmente, fue a parar toda la serie. Su librea de origen fue la azul-amarilla: 


250-012 (Foto: RENFE-h0)
mientras que las cinco chopper lucieron la decoración estrella:

250-605 chopper (Foto: RENFE-h0)

Durante sus primeros años remolcaron muchos trenes de viajeros por su posibilidad de circular, a partir de 1986, a 160 Km/h.

La 005 remolca el expreso Barcelona-Málaga en 1982 (Foto Josep Miquel/CARRÍL)
Por mi parte, en julio de 1988, obtuve mis primeras fotografías de ellas en la estación de Chamartín:

La 015 en Madrid Chamartín en cabeza de un talgo pendular posiblemente con destino Barcelona. Julio 1989
También recuerdo que, en 1989,  se presentó la 603 chopper en una exposición de nuevo material de RENFE que se llevó a cabo en la estación del Norte de Madrid, después de que hubiera dejado de prestar servicios pero antes de su completa transformación en centro comercial e intercambiador de transportes. Junto a ella también se presentaban, que yo recuerde, los electrotrenes 444 subserie 500, las entonces nuevas locomotoras diesel de maniobras de la serie 311 y algunas nuevas unidades de cercanías.


Frontal de la 250-603


El frontal de la 603 desde la cabina de un electrotrén 444-500. Estación del Norte, Madrid. 1989




Sin embargo, dados sus complejos problemas mecánicos, se redujo su velocidad máxima  a 140 km/h y, poco a poco, pasaron a remolcar sólo trenes de mercancías a 100 km/h y con una fiabilidad del 50 por ciento. Fueron sustituidas en muchos de sus servicios por las nuevas 252, con las que la tecnología alemana de algún modo se sacó la espina del relativo fracaso con esta serie 250. Conviene recordar que, durante algún tiempo, alguna de ellas fue destacada a Almería para hacer pruebas del transporte de mineral de hierro entre el Marquesado y el puerto de Almería. Parece que por problemas de sobrecalentamiento no pudo realizar esa tarea de la que se encargaron seis 269 del depósito de Santander, posteriormente sustituidas por algunas 289. 

Con el transcurso de los años, las 250 fueron pintadas con el esquema "taxi" amarillo y negro con la diferencia de que, en algunas, las puertas de las cabinas quedaron en amarillo y en otras lo hicieron  en negro. Parece ser que, éstas últimas fueron denominadas "monjas" por los ferroviarios sin que llegue a entender el motivo del todo. En general fueron "las 250" o "las alemanas".


La 250-011 remolca un talgo pendular, con el esquema de pintura "taxi" recién estrenado (Foto de autor desconocido)


La 006 en la estación de Ávila (Foto: Jorge González)

A mediados de la década del 2000 las cinco chopper se habían dado ya de baja mientras que quedaban 25 de las 35 convencionales. Un grupo prestaba servicio entre Tarragona y Samper de Calanda y entre Manresa y Flix:


La 017 con un tren probablemente de potasas en 2006 (Foto: Bernat Borràs)
 y el otro lo hacía en el transporte de contenedores en el eje Madrid a Silla, Barcelona y Port Bou:


La 029, muy degradada, con un tren de contenedores


















En el año 2010 todas las locomotoras estaban dadas de baja. Cuatro años después, varias de ellas permanecen apartadas en el depósito de Valencia-Fuente de San Luis supongo que esperando su desguace.


Las últimos cuatro ejemplares apartados en Valencia-FSL, en febrero de 2016 (Foto: Antonio Carre)


Y ahí siguen en noviembre de 2016 (foto: Antonio Carre)


Afortunadamente, la 029 fue cedida para su preservación a la APPFI de Mora la Nova adonde fue trasladada en mayo del 2013. Creo que sería deseable que alguna más de ellas fuera preservada en Vilanova o Delicias. Mas allá de sus problemas, forman parte de una época importante del ferrocarril español.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

Justo Arenillas Melendo: La tracción en los ferrocarriles españoles. Vía Libre. Páginas 302 a 305

Javier Roselló Iglesias: Las locomotoras eléctricas serie 250. Carril, 2. Diciembre 1982

José Luis Villa de la Torre: Renfe en el diván. Editorial Noesis. Madrid, 2013